noviembre 26, 2011

Disertaciones aleatorias de Pedro el Rojo




Algunos monos ven en el darwinismo una calumnia

Valeriu Butulesc




Suerte que Dios no asistiera a la misma Universidad que los evolucionistas 

Dr. Harold Hill. Físico



Nota aclaratoria: la presente entrada viene con sello de remisa. Ya que debió publicarse el pasado 24 de noviembre.







“Excelentísimos señores académicos:

Me hacéis el honor de presentar a la Academia un informe sobre mi anterior vida de mono. Lamento no poder complaceros; hace ya cinco años que he abandonado la vida simiesca. Este corto tiempo cronológico es muy largo cuando se lo ha atravesado galopando -a veces junto a gente importante- entre aplausos, consejos y música de orquesta; pero en realidad solo, pues toda esta farsa quedaba -para guardar las apariencias- del otro lado de la barrera.”



Así inicia su exposición, Pedro “El Rojo” un simio que dejo de serlo hace cinco años atrás –tal como él lo indica-. Y continúa su narrativa recordando el día de su captura y de cómo fue herido de dos balazos, uno que le marco la cara dejándole una roja cicatriz –de ahí su vulgar mote- y el otro en la cadera, con secuelas que hasta la fecha cojea al caminar. Y también de cómo de pronto se vio enjaulado:



“Mis primeras ocupaciones en la nueva vida fueron: sollozar sordamente; espulgarme hasta el dolor; lamer hasta el aburrimiento una nuez de coco; golpear la pared del cajón con el cráneo y enseñar los dientes cuando alguien se acercaba. Y en medio de todo ello una sola evidencia: no hay salida. Naturalmente hoy sólo puedo transmitir lo que entonces sentía como mono con palabras de hombre, y por eso mismo lo desvirtúo”.


El Rojo enfatizará en su informe su cautiverio y el traslado en barco, que a la postre lo llevaría a Europa:

“No razonaba pero sí observaba, con toda calma, a esos hombres que veía ir y venir. Siempre las mismas caras, los mismos gestos; a menudo me parecían ser un solo hombre. Pero ese hombre, o esos hombres, se movían en libertad. Un alto designio comenzó a alborear en mí. Nadie me prometía que, de llegar a ser lo que ellos eran, las rejas me serían levantadas”.



Estos fragmentos corresponde al cuento “Informe para una Academia” de Frank Kafka, sin duda uno de los escritores más trascendentes del siglo pasado. Se dice que su materia prima al escribir eran: la humillación, la soledad, la angustia y la desdicha.



En este texto, Kakfa nos cuenta la historia de un simio que ha conseguido “evolucionar” hasta llegar a ser un europeo promedio, y nos presenta una clara visión de las carencias humanas, mostrándonos un perspectiva que difícilmente podríamos catalogar de halagadora y optimista, muy especialmente retrata esa sinrazón humana que tiene que ver con la falta de libertad.



Texto que viene a cuenta, ya que precisamente hoy celebramos a todo lo que da “El día del orgullo primate” por segunda ocasión. 



Desde la semana pasada venia yo tratando de fraguar lo que escribiría para este día, incluso me di una escapada a eso que llamamos: Zoológico de Chapultepec, que si bien es un claro ejemplo más de nuestro vergonzante comportamiento humano, que delimita la libertad ajena. Es la única posibilidad –en cortito- que tengo pá mirar de cerca a mis apreciados parientes.













  




















Si bien la visita resulto infructuosa, ya que a pesar de la cercanía primate, no ocurrió nada que despertara esta entumecida imaginación mía.

Así que me di a la tarea de preparar esta retacearía de textos que intentaré zurcir, con disimulada zozobra.



Que mejor manera de iniciar esta aventura primate-literaria con el multicitado, aunque no precisamente multileído Jorge Luis Borges, con un texto extraído del “Libro de los seres imaginarios”; obra de culto pá aquellos que se dedican al arte de escribir:


EL MONO DE LA TINTA

Este animal abunda en las regiones del Norte y tiene cuatro o cinco pulgadas de largo; está dotado de un instinto curioso; los ojos son como cornalinas, y el pelo es negro azabache, sedoso y flexible, suave como una almohada. Es muy aficionado a la tinta china, y cuando las personas escriben, se sienta con una mano sobre la otra y las piernas cruzadas esperando que hayan concluido y se bebe el sobrante de la tinta.

Después vuelve a sentarse en cuclillas, y se queda tranquilo.

WANG TA-HAI (1791).

Desde luego existen, una gran variedad de textos que involucran a los primates, aunque en muchos de ellos nuestros parientes son tratados de manera peyorativa, obviamente descartaré los malintencionados, así que permítanme trascribirles un breve cuento del entrañable Augusto Monterroso:


DEJAR DE SER MONO

EL espíritu de investigación no tiene límites. En los Estados Unidos y en Europa han descubierto a últimas fechas que existe una especie de monos hispanoamericanos capaces de expresarse por escrito, réplicas quizá del mono diligente que a fuerza de teclear una máquina termina por escribir de nuevo, azarosamente, los sonetos de Shakespeare. Tal cosa, como es natural, llena estas buenas gentes de asombro, y no falta quien traduzca nuestros libros, ni, mucho menos, ociosos que los compren, como antes compraban las cabecitas reducidas de los jíbaros. Hace más de cuatro siglos que fray Bartolomé de las Casas pudo convencer a los europeos de que éramos humanos y de que teníamos un alma porque nos reíamos; ahora quieren convencerse de lo mismo porque escribimos.



Esta acertada mini ficción de Monterroso hace recordar, un capitulo de los Simpsons donde en la casa del Sr. Burns aparecen mil monos tecleando maquinas de escribir, y uno de ellos es reprendido por el vejete cuando escribe con faltas de ortografía la famosa frase de la novela; “Historia de dos Ciudades” de Charles Dickens.




Esta parodia de Matt Groening, hace alusión, al igual que el texto de Monterroso a lo que se conoce como: 






El principio del Teorema reza más o menos así:



“Un mono golpeando una máquina de escribir durante un tiempo infinito, podría llegar a escribir cualquier texto dado, como por ejemplo las obras completas de William Shakespeare”.




A primera impresión pareciera más un choro extraído del antiguo testamento que de la mente de un científico, sin embargo el teorema es una original idea de Émile Borel, matemático y político francés, el mismo que determinara la primera teoría efectiva de la medida de un conjunto de puntos.



Inicialmente Borel lo presento como una metáfora para ilustrar un acontecimiento extraordinariamente poco probable, pero lo fue puliendo a lo largo de los años, hasta que en 1970 el número de monos –que inicialmente eran un millón- aumentó a “infinito” al igual que el tiempo empleado, para tan inusitada proeza homínida. Y así dar paso al Teorema que nos ocupa.


A continuación la demostración:


                                             




Supongamos; que yo soy el honrosamente mono designado pá aporrear el teclado, pero para ayudar al ejercicio, imaginemos que tengo la paradójica habilidad que en cada golpe, pulso una y solo una de las teclas.


Por otro lado, partamos de que el teclado costa de 50 caracteres. Por lo tanto la probabilidad de que “seleccione” una letra es de 1/50. Esto es lo que consideramos como un evento aleatorio estadísticamente independiente.


La probabilidad de que dos eventos independientes ocurran a la vez, esta dado por el producto de sus probabilidades; es decir la probabilidad de que escriba las dos primeras letras de Mixtli, seria (1/50) POR (1/50) = 1/2500


Por lo tanto, escribir la palabra señalada tendría una probabilidad de 0.0000000062 % de ocurrir.



Ahora bien si su primate servidor, tecleara un carácter por segundo durante las 24 horas, esto me llevaría a “escribir” (60) (60) (24) = 86,400 caracteres, por día. Por lo que para lograr escribir “Mixtli” correctamente me tardaría 495 años.


Si redujésemos nuestro teclado con fines practico, para teclear solo letras, digamos algo así como 27 caracteres. Podríamos calcular lo siguiente:



La probabilidad de escribir una palabra de n letras considerando cada evento como independiente, estaría en función del siguiente producto:


(1/27) (1/27) (1/27)… (1/27)= 1/27n  



Esta formulita nos calcula la probabilidad de escribir una palabra de (n) caracteres, en una correcta secuencia. Es decir la probabilidad de escribir las primeras cuatro letras de “Mixtli” en solo cuatro intentos, seria de una entre medio millón.



De lo que desprendemos -para un bloque de palabras- La probabilidad de NO escribir una palabra de (n) letras en (n) intentos seria:


 1-(1/27n)



Igual para el siguiente bloque, y para el siguiente y para el siguiente…



Partiendo de que cada bloque es independiente, podemos decir que la probabilidad de NO escribir una determinada palabra de n letras, en k bloques seguidos, estaría dada por:



[1-(1/27n )]k 



El valor de (n) es un valor finito –es decir que tiene fin- Por otro lado si (k) representa la cantidad de veces que repetimos el evento, podemos determinar que el límite cuando (k) tiende a infinito es cero.



Es decir la probabilidad de NO teclear las obras completas de Don William  tiende a cero, en el entendido que fuéramos capaces de realizar infinitos eventos.


 O pá ponerlo en términos más primates:


La probabilidad de escribir cualquier texto tiende al 100%, es decir ¡éxito amarrado!.


Esto nos permite asegurar que el primate en cuestión –es decir su servidor- si le diera a la tecleada durante infinitos años, podría escribir junta; toda la obra de José Saramago, la de Umberto Eco, y porque no, también; El capital de Carlos Marx –aunque comprender este último, demandaría de otros talentos-.


                            


Esto por sí solo, sería motivo de harta felicidad ya que imagínense, que uniéramos a todos los imberbes tecleadores que pululan en los cafés internet –a manera de monos infinitos- y los pusiéramos a aporrear teclas. 

La escena se miraría esperanzadora.


Pero lamento comunicarles que difícilmente podríamos obtener resultados más productivos que los textos chateros a los que nos tienen acostumbrados los jóvenes homínidos.


Ya que pá que el Teorema funcione, debemos cumplir por lo menos una de las dos primicias:



Tener tiempo infinito o tener un número de monos infinitos, y esto camaradas simplemente no es posible.



Ya que el concepto de infinito es mucho más que; mucho-muchote, más que titipuchal, incluso más que; mega-súper-archi-recontra-reteharto. (A diferencia de lo que deducía Mafalda).




Es más suponiendo que tuviéramos tantos primates como partículas en el Universo, es decir por ahí de las 1080 y que cada individuo tuviera la extraña habilidad de aporrear 1000 caracteres por segundo. Y si a esto añadiéramos que disponemos de tiempo suficiente -pá no andar con las prisas- digamos algo así como 100 veces la edad del Universo. Con todo esto; la probabilidad seria nula, incluso si solo pretendiéramos un mamotreto estilo Paulo Coelho.


Lo interesante de este asunto, es que tal planteamiento nos permite aproximarnos a concebir, la inmensidad del Infinito, ya que si dispusiéramos de ese tiempo, y aunque solo tuviéramos un solícito primate. Con ello seriamos capaces de escribir todos, absolutamente todos los textos que se han realizado a lo largo de la humanidad.




Ser primate; la neta me llena orgullo, por que mas allá de la evidente congruencia taxonómica, percibir que pertenezco, que soy parte de todo este entramado que llamamos Universo, me emociona, me halaga, me aleja de lo divino y me vuelve terreno e infinito, ya que me hermana con las estrellas, las aves, las plantas, las rocas, es decir todo, todo unido por el factor común que Sagan llamó; polvo de estrellas.



Hará un par de años –o quizá más- se presentó una exposición fotográfica, que más tarde se convertiría en libro. 


El proyecto era bien interesante, resulta que el artista Juan José Díaz Infante, en un intento precisamente de reivindicar la relación del hombre con el medio ambiente, convocó a diversos músicos, poetas, literatos, con el objeto promover el valor de coexistir con respeto, comprender a la naturaleza, y revalorar la biodiversidad.



El proyecto llevó por nombre “Changos y poetas” y de él me voy a permitir compartirles unas palabras:



“Changos y poetas es un proyecto transdisciplinario que busca generar una matriz de encuentro de varios factores. En principio, su mensaje esencial es que empecemos a pensar en el Mundo que habitamos y, no sólo eso, sino que, además de pensar, empecemos a pensar bien. El buen pensamiento lleva a acciones concretas. 

Se le ha pedido a cada poeta que le preste sus palabras a un mono. Changos y poetas explora, si el silencio del mono es quizás porque no tiene nada que decir. También explora si el hombre que descubre el hueso o el fuego como herramienta, puede hacer algo con la palabra. No sirve para nada ser un mono de palabras si uno no la sabe utilizar. 

El hecho de tener un lenguaje no le ha servido al hombre para mucho. En realidad se está comiendo el mundo y trata de matar toda la vida. ¿Dónde está el discurso de la humanidad?”.





¡Toma chango tu banana!









noviembre 20, 2011

Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero







Está claro que los banqueros no son personas de confianza, la prueba es la facilidad con que muerden la mano de quien les da de comer.

José Saramago –en artículo sobre los rescates bancarios-




“Octubre es uno de los meses particularmente peligrosos para invertir en la Bolsa. Los otros meses peligrosos son julio, enero, septiembre, abril, noviembre, mayo, marzo, junio, diciembre, agosto y febrero”.

Mark Twain 








La noche de anoche, Estrellita Marinera y un servidor, acordamos hacer uso de la diversidad cultural que ofrece la Ciudad de México Tenochtitlán y enfilamos nuestros pasos a uno de los varios recintos que albergan la Sexta Muestra de Artes Escénicas de la Ciudad de México, en esta ocasión tuvimos la oportunidad de disfrutar una buena puesta en escena, a cargo de la Cía. Banquete Escénico, “Carnes Tolendas” -“Una travesti se confiesa, atrapada en el universo de las pasiones lorquianas que dan cuenta de su propia vida. El testimonio de un cuerpo  donde habita lo masculino y lo femenino”-. Puesta inquietante y recomendable.

Si bien esa fue la razón por la que deambuláramos la tarde-noche de ayer por el siempre seductor centro histórico chilango, esto permitió que presenciáramos otro suceso que no estaba en nuestro itinerario; me refiero al… al… La neta no sé como referirme… al recién programa “patrocinado” por el Gobierno Federal, que nació bajo el simpático apelativo “El buen fin”; que es algo así como el Black Friday gringo.








Pues resulta que ahí estaban las históricas calles, con sus grandes almacenes en pleno desaforado comercio, incluso los pequeños comerciante y hartos de los catalogados como informales, anunciaban sus productos, invitando a la vendimia a los nada rejegos compradores, quienes tarjeta en mano disfrutaban de la efímera felicidad que produce el consumismo.
Tal programita, como ya es costumbre en esta administración fue sacado al vapor, para ello adelantaron parte del aguinaldo a los trabajadores del gobierno, con el fin de que participaran en esta singular “fiesta” que –según dicen- incrementará el mercado interno y nos cubrirá de beneficio a todos los mexicanos.





                      






Y como una cosa lleva a la otra; Estrellita me recordó que tenía su cheque, que como buena funcionaria federal que es, ya poseía en su cartera desde esa mañana. Debo aclarar que esto último no es ningún sarcasmo, ya que poquísimo trabajadores federales me deben tanto respeto por su compromiso como la aludida.

Pero bueno como les decía el recordatorio llevaba la clara consigna de, que por compromisos escolares ella no tendría posibilidades de cobrar su prestación, que si bien el importe no le hace ninguna justicia, tampoco era como pá dejarlo para otra ocasión.

Así fue como fui comisionado para al día siguiente, para apersonarme en la Institución Bancaria y hacer efectivo el compromiso que el “ciudadano Presidente de la Republica” adquirió con sus trabajadores. Y con vistas a que una empleada federal más, pusiera su granito de arena en aras de salvar a este país, aumentando su deteriorado mercado interno –obviamente esto último si vine enmarcado en ostensible sarcasmo-.

Mi relación con las instituciones bancarias es del tipo que los novelistas acostumbran designar como; “relaciones destructivas”
Que iniciaron si bien, no precisamente en apasionante amor a primera vista, si en términos –llamémosle- civilizados. 

Mi primer contacto con estos maleantes fue cuando recién cumplí los 18 años, y entre a laborar en una sucursal bancaria; el objetivo era ahorrar durante un año, para poder iniciar una aventura educativa en las preciosas costas del mar Bermejo, y concluir estudios en una licenciatura en Ciencias de Mar, aventura que naufragó tiempo después, obligándome a regresar a mi Alma Mater, y andarle por otros caminos pero eso, como diría Sherezada, eso es otra historia.

Fue así como de un día para otro deje de usar mi contestataria indumentaria, para “disfrazarme” de lunes a viernes con eso que llaman “ropa formal” –léase riguroso saco y corbata-. En esos tiempos me daba ánimos diciéndome, “tranquilo encontradito, seguro que hasta el  mismísimo Capitán Cousteau, tuvo que hacer uno que otro sacrificio similar”.

Así transcurrieron alrededor de 16 meses, en los que debo reconocer, no la pase del todo mal, a pesar que llegue a extremos tales como tener mi propia cuenta de cheques –glup-.

Los problemas reales iniciarían años después cuando me convertí en el “feliz” poseedor de mi primera tarjeta de crédito, fue ahí cuando la relación que había trascurrido en sano distanciamiento y mutua indiferencia comenzó a teñirse de desprecio, desacuerdos que a la postre serian irreconciliables.

Si bien, mi aversión a los bancos es añeja, la historia de estos es milenaria. Se dice que incluso existieron antes que el dinero,  que operaban ya en la antigua Mesopotamia, aunque su actividad en esos tiempos dista mucho del engendro en que se convirtieron. En esas antiguas épocas su principal  diligencia era ofrecer lugares seguros para guardar granos y otras mercancías.

Años después resurgirían en la época medieval, y posteriormente debido a la necesidad de trasferir dinero con propósitos comerciales, y a la caída del feudalismo, una nueva clase social se irá asentando en el poder, me refiero desde luego a la burguesía. Que comenzó a otorgar préstamos con interés, acción que hasta entonces era condenada, despreciada y castigada.







Es así como el capitalismo hace su aparición, estimulando el acaparamiento de riquezas y justificando el cobro de intereses. Bien lo describiría Voltaire años más tarde “El interés es el perfume del capital” 

Es justo aquí cuando la mona llamada usura, se viste con ropajes de seda y se hace llamar interés, el dinero deja de ser una ostentación y se empieza a ver como símbolo de desarrollo.

Por ese entonces los mercaderes y prestamistas se sentaban en bancas en las plazas públicas, para realizar sus “transacciones” y cuando por causas reales o aparentes perdían todo, las autoridades les rompían las bancas, de ahí toman su nombre los conceptos de; banca y banca rota.

Las ciudades italianas son las precursoras de la banca moderna. En Venecia surgió el primer banco privado por ahí del año 1171.
Ya para estas fechas la polémica no giraba en torno de si la usura debiera o no permitirse, sino cual debiera ser una tasa "razonable".








Es entonces que inicia un nuevo fenómeno mercantil. 
Debido a que los comerciantes empiezan a hacer negocios con personas cada vez mas retiradas geográficamente, y ante la imposibilidad de trasferir dinero físicamente surge la “letra de cambio” que aplicaba de la siguiente manera:

Para simplificar la operación de compra venta de un producto, se elaboraba un documento que el comprador daba al vendedor, para que este hiciera el cobro en su nación de origen, estas “letras de cambio” llevaban fecha aplazada, con el fin de dar tiempo a que se vendieran los productos y se trasfiriera el capital.

Pero los comerciantes ávidos de cobrar su dinero, vendían estas “letras” a un precio menor a otro comerciante, quien a su vez esperaba el vencimiento para cobrarlas, y así conseguía una ganancia sin prácticamente mover un dedo. Este negocio llego a retorcerse tanto, que pronto apareció una clase de negociantes que preferían comerciar letras de cambio que mercancías reales. Es decir la usura en su más alto nivel. Estos sujetos con el paso de los años vendrían a convertirse en los actuales banqueros.

Mis abismales diferencias con estos malandrines de cuello blanco, me ha llevado a varias sacudidas económicas, ya que mi inexistente congruencia financiera y su insaciable apetito usurero, son una desleal y explosiva combinación para mis recursos, lo que me ha colocado como miembro “distinguido” de ese lugar tan parecido al Mictlan mexica, llamado Buró de Crédito. Es decir según sus valoraciones agiotistas; este quien escribe, es persona non grata en su indecente club Master Card.

Nuestros reiterados conflictos en más de una ocasión han tenido que ventilarse con abogados de por medio, de donde obviamente el contrincante mas raspado siempre ha sido su servidor, salvo en una ocasión, que si bien apenas fue un modesto logro en estas batallas, la resolución me supo a gloria.

Actualmente estoy en medio de un nuevo trance, por un cargo en mi cuenta que considero indebido, así que acudí a la CONDUSEF (Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros). 
Debo reconocer que al principio con mínimas esperanzas de ser auxiliado, pero en la primera entrevista con el funcionario asignado, mis flacas esperanzas se trasformaron en nulas, ya que de entrada el empleado me comentó, que ellos solo tenían oficio conciliatorio en la confrontación,  ya que no tenían poder sancionador, tal declaración me la receto sin ruborizarse siquiera, pero sin perder su enorme sonrisa extraída del catálogo federal de sonrisas.

Le he dedicado varias bilis a este proceso que no acaba de concluir. Pero a pesar que el monto es relativamente poco, yo le voy a seguir hasta agotar todas las instancias.

Pero regresando a la encomienda inicial, resulta que precisamente se trataba de la misma Institución bancaria a la que fui asignado para realizar el cobro del aguinaldo adelantado.

Por lo que después del respectivo y aromático cafecito mañanero, me dirigí a la sucursal bancaria, que como buen sábado estaba a reventar. 
Ungido de paciencia Jobiana, espere por más de una hora en aquel infierno claustrofóbico, cuando por fin llegue a la ventanilla, estire el chequecin debidamente endosado, junto a mi identificación –que aquí entre nos, la foto no me hace nada de justicia- casi de inmediato la voz del otro lado, me indico en un tono mucho más cercano a la burla que a la disculpa: 
El cheque viene marcado con la leyenda “no negociable” por lo que no puede endosarse el pago.






Me lamenté –en las dos acepciones- por no haber revisado ese detalle. Pero como no acostumbro descartarme en el primer intento, me encamine con el gerente de la sucursal, quién me recibió después de una fila similar a la anterior.

Tras exponerle el problema y argumentando que yo era cuentahabiente del Banco, y que algún beneficio debía tener eso, le solicité me apoyara autorizando el cheque para poderlo cobrar.
Le mostré el documento y mi tarjeta – demostrándole así, lo que le acababa de mencionar- la miró, tecleó discretamente, supongo que mi nombre o mi número de cuenta, y pude advertir que sus dudas iniciales desaparecieron, y sonrió con mueca similar a la del cajero, devolviéndome el cheque y  mi tarjeta, “disculpándose” de no poder “ayudarme”.

Mis diferencias con estos sujetos, han tenido intercambios verbales mucho más anecdóticos que estos, varios de ellos francamente divertidos y sustanciosos. Pero esta vez la derrota me llevo a incumplir  la misión a la que fui comisionado. Por lo que “El buen fin” tendrá que esperar una mejor ocasión para hacerse de las prestaciones de Estrellita Marinera.

Y en lo que respecta a mis diferencias con los usureros, baste citar al poeta de la canción mexicana:




“Arrieros somos y en el camino andamos”.