septiembre 30, 2011

La tragedia de un Hamlet chilango



Acomoda la palabra a la acción y la acción a la palabra
William Shakespeare en Hamlet

¿¡Cómo te atreves a no ser yo!?
Barbara Kruger -artista conceptual y feminista-





Blasfemar o no blasfemar he aquí la cuestión:

Por tercer año consecutivo este 30 de septiembre se celebra El Día Mundial de la Blasfemia. Hace muchos años decidí salir del closet ateo, y declarar abiertamente mi “incapacidad” de concebir la existencia de un ser superior, y lo verdaderamente ridículas que me suenan todas esas historias inventadas hace miles de años, por un atado de ignorantes pastores. Por lo que no tengo ningún inconveniente en blasfemar, pero antes de simplemente recetarles una esplendida y sonora mentada de madre a todos los dioses, o recurrir a un chiste más inteligente y sutil o simplemente dejar pasar el día sin la menor observación, permítanme divagar afín de poner en orden mis pensamientos y aterrizarlos lo más dignamente posible.

Dándole a esto que llaman vida, he conocido una gran cantidad de personas, con las cuales he compartido básicamente una mutua y natural indiferencia, sin embargo en este transitar humano, también me he topado con gente admirable, graciosa, inteligente, estúpida, ignorante, generosa y una que otra que ha tenido la enorme habilidad –como diría mi abuela- de llenarme el buche de piedritas. De todo hay en la viña del señor –nuevamente mi abuela-.
He tenido el gusto y disgusto de conocer, hombres y mujeres de características disímbolas, esta por demás mencionarles lo mega diverso que suelen ser los bípedos que lloran se enamora y usan zapatos –Salud Joan Manuel-

También de sobra sabemos las diferencias irreconciliables entre: negros-blancos, católicos-mormones, liberales-conservadores, machistas-feministas, nacos-fresas, punketos-emos, homofóbicos-homosexuales, árabes-israelíes, orientales y occidentales, norteños y sureños, y un sinnúmero mas de etcéteras, y si a eso le sumamos que  la mayoría se consideran poseedores del monopolio de la verdad, queda claro que en este, elipsoide de revolución achatado; vivir sea toda una fascinante calamidad.

Inclusive concentrándonos meramente en esta región geográfica llamada México las diferencias son abismales, lo que invariablemente provocan desacuerdos, que en más de una ocasión terminan en odios irreconciliables. Sin ir más lejos apenas La Suprema Corte de Justicia (sic) sesionó sobre conceptos que tienen que ver, con el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo –donde vergonzosamente privo la devoción por encima de la razón-. 

Es así como he tenido que aprender por el bien de mi salud mental, a convivir con diferentes tribus sui géneris y en términos generales no la he pasado mal, incluso lo he disfrutado.

Hasta hace poco trabajé en una empresa cuyos dueños usaban kipá y respetaban el shabat es decir eran judíos.
Laboré unos años con ellos y algo aprendí de la peculiaridad judía, conversar con ellos me llevo a conocer y entender términos como: mezuzá, shalom, kipá, torá, shabat, bar mitzvá y varios más que empiezo a olvidar. Precisamente el pasado 28 de septiembre los judíos celebraron el Rosh Hashaná  -cabeza de año- que según la cuenta del calendario hebreo, dio comienzo el año 5772, el cual se cuenta a partir de cuándo dios creo a Adán –que quede asentado que escribo estos datos sin el menor asomo de sonrisa mordaz-. Vaya para ellos pues, un feliz shana tova.





Con todo y que nuestras diferencias culturales y sobre todo racionales nos distanciaron, la relación siempre fue en términos cordiales, me queda claro que es una comunidad harto cerrada, que difícilmente acepta a los Goi -hombre no judío- termino que, digan lo que digan es peyorativo.
Desde luego que no puedo generalizar ya que incluso he conocido: judíos ambientalistas, judíos académicos e incluso judíos izquierdosos, pero el grueso de ellos mantienen en mayor o menor grado evidentes rasgos clasistas, conservadores, religiosos y supersticiosos.

Una de tantas irracionales anécdotas que viví con ellos, fue cuando trabajaba en un proyecto para unas nuevas instalaciones y a punto de concluirlo, me enviaron a su “fenchuista” para que diera el visto bueno -tuve que soportar chocarreras modificaciones-.

La verdad es que siempre he pretendido tener buena relación personal con mis congéneres, bueno al menos los que sí caen en esa clasificación.

Convivo todos los días con: Testigos de Jehová, católicos, conservadores, mitómanos, machistas, liberales, comunistas, demócratas, homosexuales, indígenas, policías (glup), profesores, ufólogos, evolucionistas, feministas, estudiantes, amas de casa, marchantes, intelectuales, antiabortistas, anticastristas –por cierto me acabo de enterar que Joaquín Sabina declaró que el régimen de Cuba, hoy día es una gerontocracia- poetas, músicos, moralistas, ciclistas, microbuseros, franeleros (recontra glup), albañiles, usuarios del metro, etcétera. Toda una gama de historias, ideologías, creencias, dolencias y perspectivas, que si bien frecuentemente no comparto siempre estoy abierto al debate, ejercicio por demás gratificante.

Debatir es siempre una excelente catarsis, en ocasiones los raspones tardan es sanar varios días, pero cuando las musas te custodian es tan placentero como dar un jaque mate siciliano.
Para que un debate sea productivo e inteligente, es necesario establecer las reglas de juego y primordialmente entender que la justa es de ideas no de personas. El enorme problema es que la mayoría de los individuos se cosen las ideas al cuerpo, cuales Peter Pan con su sombra, y es aquí donde comienzan las dificultades.

Si el debatiente en turno es un visible acarreador de piedritas bucheras, será muy sencillo recetarle contundentes zapes, pero el intercambio verbal no es tan cómodo cuando a los combatientes nos unen sentimientos afectuosos, debido a que nuestras palabras seguramente les dolerán e indignaran, considerando que sus creencias religiosas rayan en la sacralidad.

Es natural reaccionar diferente cuando las frases que indignan, vienen de un indeseable o extraño; que cuando vienen de un camarada.
Para mí como para todo el mundo, existen temas en los que soy más quisquilloso y a la menor provocación me pongo en guardia, aquí algunos ejemplos cotidianos:

La denigración del indigenismo; por ejemplo que algún imbécil diga frases como “Era un pobre Oaxaco”.

Los estereotipos que dañan la equidad de género; no falta el estúpido o estúpida que comente: “no seas chismoso, pareces vieja”.

Los homofóbicos, tales como: “pobre fulano su hijo le salió maricón”.

Los neoliberales: “gracias a la empresa comemos”.

Los clasistas –como el de moda- “pinche asalariado de mierda”.

O los realmente obtusos: “lo mío es lo fashion”.

En temas como estos reacciono impulsivamente y maldigo a los tipos que sin el menor rubor emiten juicios tan ignorantemente superficiales, por otro lado poniéndome en los zapatos de los que estimo, trato de ser prudente al abordar temas como la religión, el aborto, las pseudociencias, y demás supercherías “sacras”.

Básicamente por eso escribí este choro, con el que pretendo exorcizarme de la indecisión de celebrar o dejar pasar de largo eso que se ha dado en llamar “Día internacional de la Blasfemia”.

Que no estaría de más recordar su origen. El 30 de septiembre de 2005 en el Jyllands Posten –un diario de Dinamarca- se publicaron doce caricaturas de Mahoma, donde el común denominador era mostrar lo violenta de la guerra santa islámica –el yihad- lo que desencadeno varios atentados en diferentes sitios y embajadas del mundo con un saldo de algunos muertos.


Aquí un par de las caricaturas “incendiarias”





Aquí las reacciones: “Decapiten a aquellos que insulten al Islam”


Estos hechos reavivaron la controversia de establecer o restablecer las leyes anti-blasfemia, que si bien parecieran un mal chiste, la realidad es que en algunos países lo han tomado muy seriamente; un claro ejemplo es Irlanda donde una persona puede ser multada hasta por 25, 000 euros por blasfemar y definen la blasfemia como: “una expresión abusiva o insultante en relación a una materia tenida como sagrada por cualquier religión, que cause indignación en un substanciosos número de seguidores de esa religión”.

Varios países europeos tienen leyes al respecto, recordemos el caso de Seppo Lehto que fue condenado a dos años de prisión en la vanguardista Finlandia  –en todos lados se cuecen habas -acusado de blasfemar contra el Islam.

Y mientras lanzan un movimiento mundial en contra de la blasfemia amordazando las voces críticas. Estos macarras de la moral nos enjaretan todo su nauseabundo despliegue de “sacrosanta libertad de expresión”. Pongamos algunos ejemplos:

Recuerdo que un par de fanáticos religiosos dirigidos por Pro Vida, destruyeron por considerarlo sacrílego el cuadro “La Patrona” -una virgen con rostro y senos de Marilyn Monroe- del artista Manuel Ahumada, el aberrante hecho fue justificado por él en ese entonces arzobispo Norberto Rivera.



Antes y después



En 2001 la artista chicana Alma López presento una re-iconografía guadalupana, exposición que tuvo que cerrar debido a las moralinas protestas.


La obra de la artista chicana


El año pasado Una mujer con una barra metálica arruinó una litografía del artista Enrique Chagoya, que se presentaba en el museo Loveland, Colorado, por considerarla blasfema.


Es por demás conocido el cinismo, la impunidad y la bajeza con la que operan las organizaciones religiosas. Entendidos estamos, que este movimiento anti-blasfemia es uno más de sus funestos actos para continuar con su blindaje, y así evitar la crítica mordaz que pone en evidencia toda su podredumbre.
Obviamente no tengo ningún empecho en blasfemar en contra de ellos incluso el insulto más prosaico me parece insuficiente. Mi indecisión radica en las personas que estimo bien y que para ellos estos ridículos objetos de adoración representan un bien sagrado, incluso para aquellos que en su limitadita percepción me han causado uno que otro malestar, ya que mi abierto ateísmo me ha generado; marginación laboral, desconfianza y ocasionalmente despido injustificado.

Incluso para ellos decía, me da un poco de pena golpear su ignorancia pero en este caso –y para muchos más- la poesía siempre ayuda y cuando me siento así, nada mejor que leer a manera de analogía al entrañable poeta cubano Nicolás Guillen (1902-1989).


Burgueses

No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a dar me pena,
aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.

Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
pienso en mis largos días Y

No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.

Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.

Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin Y

Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
estoy seguro de que también
recuerdan ellos.





Efectivamente y pá que recuerden todo el daño que han y siguen causado a la humanidad estas absurdas, ridículas y temibles creencias:


De paso un homenaje al genial Luis Buñuel

La cena de los pobres en “Viridiana”





¡Feliz día de la Blasfemia! 


¿Sabes? ¡Dios es increíble!












septiembre 19, 2011

La enaltecida belleza de mirar doble



“Mirar las estrellas siempre me hace soñar, como sueño al contemplar los puntitos negros que representan a pueblos y ciudades en un mapa. ¿Por qué, me pregunto, los puntos brillantes del firmamento no son tan accesibles como los puntitos negros del mapa de Francia?”
VINCENT VAN GOGH 


El cuadro que ilustra esta entrada se titula El astrónomo y es obra del maestro holandés Johannes Vermeer (1632 – 1675) la escena es espléndidamente iluminada por la luz que penetran por la ventana, donde el personaje observa detenidamente un globo de Jodocus Hondius, también sobre la mesa podemos mirar un ejemplar de Institutiones Astronomicae Geographicae de Adriaen Metius, manual que literalmente era la biblia del astrónomo en el siglo XVII, cerca del globo se aprecia el indispensable astrolabio, instrumento que permitía medir la posición de los astros en la bóveda celeste.

Poco se sabe de la vida de Johannes Vermeer, situación que me entristece aunque por el momento ese indeseable detalle no entorpece mis peroratas, ya que hoy pretendo hablarles de otro Johannes; uno que nació precisamente en un país vecino de Holanda.
En Weil der Stadt, Württemberg, la antigua ciudad del Sacro Imperio Romano -ahora Alemania- misma que se encuentra al sur a unos 30 Km al oeste de Stuttgart.

                                                                                                                                 
30 Km al oeste de Stuttgart
Ciudad  Weil der Stadt
                                                                                                                                                                                                                                                                             

En una casa de fachada puntiaguda con torcidas vigas, cerca del mercado, vivía el pequeño Johannes junto a su pendenciero abuelo y las ruidosas discusiones de su madre Katherine y su abuela; la brutalidad de su padre a quien describiría como: “…Henrich, es un hombre vicioso, inflexible, pendenciero, y condenado a acabar mal”; las crisis psicóticas de su hermano, mas la docena de andrajosos hermanos, tías, y demás parientes todos viviendo en la miserable casucha, lo cual debió ser sin lugar a dudas una turbulenta experiencia. Fue un niño enfermizo, nació con miopía, poliopía monocular -es decir visión múltiple-, su estomago y la vesícula le causaban serios trastornos, sufría salpullidos y probablemente hemorroides; pero dejemos al propio Johannes que nos describa su historial médico: 

“A la edad de cuatro años casi morí de viruela, sufrí constantes molestias en la piel, grandes llagas y costras purulentas que se curaban y volvían a abrirse, en el dedo de en medio de la mano, se me incrusto un gusano y en la izquierda tuve una enorme úlcera, a los 16 años fui atacado por fiebres, a los 19 empecé a sufrir de terribles dolores de cabeza y trastornos en los miembros. La sarna se apodero de mí, y a los 20 años tuve trastornos mentales y corporales”.

Sin duda el pequeño Johannes no fue un infante gozoso, tan solo dos recuerdos habría de albergar en la caja de memorias felices de su infancia: A la edad de seis años cuando todo mundo hablaba de un cometa que se miraba en el cielo –año 1577- su madre lo llevo al lugar más alto para que pudiera verlo; y a los nueve sus padres lo instalaron fuera de la casa, para que observara una luna completamente roja, en el momento más esplendoroso del eclipse lunar.

Sin duda estos sucesos quedarían cincelados en la memoraría del pequeño hipocondríaco. Quien fuera concebido un 16 de mayo de 1571 a las 4:37 de la madrugada y naciera el 27 de diciembre a las 2:30 de la tarde, tras un embarazo que duro 224 días 9 horas y 53 minutos. Este chaval se convertiría en el célebre Johannes Kepler, Keppler, Khepler, Kheppler o Keplerus.

Estos aparentemente precisos datos así como los cinco diferentes nombres, son anotaciones que el propio Johannes llevaba en un diario-horóscopo-bitácora, escrupulosamente.

Uno pensaría que el futuro educativo del pequeñín Kepler estaría irremediablemente perdido con esos antecedentes, pero no fue así, gracias al proyecto educativo de la época en aquella región y sobre todo a que no existía ninguna pestilente lideresa sindical teutona, el joven pudo terminar sus estudios superiores en la Universidad de Tübingen, instruido en Astronomía por uno de los principales mentores de la época, nada menos que Michael Maestlin.

Obviamente la formación se basaba en el sistema geocéntrico de Ptolomeo que dictaba que los siete planetas –Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter y Saturno- giraban alrededor de la tierra. Sistema que concordaba con el pensamiento católico de aquellos años. No tardaría Kepler en discordar con tales afirmaciones y acercarse al sistema copernicano.


                    



Al concluir sus estudios le propusieron la cátedra de Matemáticas en la Universidad de Graz, donde al poco tiempo sería expulsado debido a su conversión al protestantismo –Kepler consideraba el pensamiento protestante más cercanos a sus ideas que el católico- así que perseguido y sin trabajo se traslada a Praga en 1599 circunstancia que sería de enorme trascendencia para su futuro.

En esa preciosa ciudad se empleó como asistente de Tycho Brahe -quien era todo un personaje- mujeriego, lujurioso, borracho y fanfarrón. Cuentan que en su juventud, se reto a duelo con otro estudiante en disputa por los quereres de cierta bella dama, pero con tan desventurado final que el rival le cercenó de un sablazo parte de la nariz. El joven Tycho lo tomaría con filosofía y lejos de condolerse por su desfigurado rostro, aseguró que buscaría la mejor aleación posible para retocar el daño. Fue así como el  jactancioso escandinavo concluyo los últimos días de su vida con una elegante nariz de: oro, plata y cobre.


Tycho Brahe era el protegido del emperador Rodolfo II quien sabedor de la formidable capacidad del joven astrónomo, le cedió un castillo entero en la isla de Hven, para que instalara su observatorio.


El castillito de Tycho


Tycho era un astrónomo obsesionado, a él debemos un detalladísimo estudio de los movimientos de la luna, así como rigurosas observaciones de las posiciones de los planetas y de las estrellas, sus tablas eran de una precisión tal que hubo que esperar hasta la invención del telescopio para superarlas, ni los chinos ni los árabes fueron capaces de acercarse a tales exactitudes.

Estas tablas eran la fuente de información que nuestro joven Johannes necesitaba. El ya había publicado diversos estudios sobre el movimiento de los astros con mediano éxito. Le obsesionaba en especial el planeta rojo, había medido varias de sus posiciones pero no lograba encontrar el comportamiento exacto de su trayectoria, tal pareciera que el planeta tenía un movimiento totalmente aleatorio. Convencido como estaba de la veracidad de los estudios de Copérnico, visualizaba las tablas de Tycho como un invaluable tesoro que le podrían asegurar  la demostración de sus teorías.


Monumento que honra a Kepler y a Tycho


A dos años de trabajar juntos, resulta que Tycho después de una de sus tantas orgiásticas comilonas se retiro a chambearle, pero tan deseoso estaba de continuar sus observaciones, que declinó la natural necesidad de ir a “hacer de las aguas”.
Difícil dar un diagnostico a mas de 400 años de distancia, pero ya sea por alguna enfermedad anterior, o problemas de la próstata o quizá simplemente por el incomprensible afán de retener los ácidos úricos mas allá de los limites; las consecuencias fueron mortales.
 Todavía en su lecho de muerte maldecía por no poder continuar con su trabajo, mandó traer a su cercano colaborador, es decir al buen Kepler y le obligó a jurar que acabaría de completar las tablas. 
Fue así como murió Tycho Brahe en la ciudad de Praga en 1601 a los 55 años.

De golpe y porrazo nuestro querido y bien ponderado Juanito, se vio favorecido con una enorme cantidad de datos astronómicos. Puedo imaginar su gran júbilo, al fin podría responder la pregunta que lo atormentaba ¿Cómo demonios se mueven los planetas?.

Pero Kepler no sería Kepler sin fatalidades, resulta que la familia de Tycho no le permitió hacerse de todo aquel legado, he iniciaron un juicio legal para evitar que la información saliera de Praga, y por si fuera poco la ciudad era escenario de terribles guerras religiosas, nuevamente el intenso rencor católico apabullaba a los protestantes, por lo que; Johannes se vio en el dilema de decir entre la Ética y la Ciencia, lo pensó detenidamente por varios segundos y opto por la Ciencia así que salió velozmente de Praga con todos los valiosos documentos en sus valijas, sin autorización de por medio.

El infortunio lo seguiría, la peste mato dos de sus hijos y a su primera esposa, solo le quedaba su madre.

En 1615 recibió una carta de su hermana, solicitándole ayuda ya que Katharina -su progenitora- había sido formalmente presa acusada de hechicería, por haber embrujado a varios vecinos, de tener convenio con el chamuco y hasta de ser la culpable de la muerte de varios cerdos, entre otras muchas linduras. 
Si bien las acusaciones como todas las de la época se debían a envidias, odios y deseos de deshacerse de vecinos indeseables, en este caso una de las causas fundamentales de la acusación era una añeja publicación que Kepler había realizado años atrás.
Una novela titulada Somnium, donde el personaje principal era un joven llamado Duracotus quien viajaba a la luna gracias a unos conjuros que hacia la bruja de su madre invocando al diablo, ya estando en la luna Duracotus, vivía experiencias fantásticas. El cuentito se considero biográfico y fue la causa de que Doña Katharina estuviera al borde de la hoguera.

Seis años duro el juicio y aunque su anciana madre salió libre, murió dos años más tarde debilitada por la infernal experiencia en prisión.

A pesar de todo el buen Kepler se dio tiempecito para estudiar las interminables efemérides planetarias de Tycho, con cierto desazón al principio ya que; si bien contaba con datos precisos de las posiciones de Marte, no era capaz de hacer coincidir la órbita calculada con la posición observada, hasta que de pronto... ¡Bingo! Se dio cuenta que si cambiaba la órbita circular de Copérnico, por una elipse, el problema quedaba bellamente resuelto. Para 1605 Johannes había encontrado por fin respuesta a su atormentada pregunta, respuesta que a la fecha conocemos como La Primera Ley de Kepler.

"Las órbitas de los planetas configuran una elipse y el Sol se encuentra en uno de sus focos"





Poco antes en 1602, trabajando en un modelo de orbitas circulares y tratando de dar posición a un planeta, había  determinado la que sería conocida como su Segunda Ley:

"El vector que une al planeta con el Sol, recorre aéreas iguales en tiempos iguales"




Para mayo de 1618 publica su libro Harmonices mundi, escrito en los poquísimos tiempos libres que le permitía el proceso de su madre; donde queda en relieve su tercera Ley

“El cuadrado de los tiempos orbitales es proporcional al cubo de las distancias recorridos”



Ciertamente Johannes es conocido por sus tres leyes, pero bien sabemos que también destaco por sus aportes a la óptica –con todo y su miopía y visión doble- descubrió la reflexión total, y los fundamentos de la Fotometría, además desarrollo un sistema antecesor al Cálculo Infinitesimal.





Si has llegado hasta aquí supongo que tu opinión por el hipocondríaco y sabio alemán habrá tenido cierto incremento de simpatía, y quizás te preguntes que me motivó para invocar a tan celebre sabio muerto.

Pues resulta que –seguro te enteraste- hace unos días un grupo de astrónomos de la NASA publicaron un documento en la revista “Science”. 
El descubrimiento se trata de un planeta circunbinario –es decir con estrellas dobles- que se encuentra en la constelación cisne aproximadamente a 200 años luz de la Tierra.
Esto gracias a observaciones con el telescopio Kepler –precisamente-.
El grupo es dirigido por Laurance Doyle un antiguo protegido de Carl Sagan, quien comento: “Repentinamente y de forma inesperada después de años de buscar un planeta circumbinario —tenemos una belleza”.
Los científicos le han dado al planeta el nombre de Kepler-16b, -segunda alegórica coincidencia- según la nomenclatura del Sistema Astronómico Internacional. Pero informalmente lo denominan Tatooine, planeta donde vivían Luke y Anakin Skywalker, protagonistas de la saga "Star Wars" el cual también tenía dos soles.



  



Kepler -16b tarda 229 días en orbitar en torno a sus dos soles, que se encuentran a una distancia de 104 millones de kilómetros, aproximadamente la misma órbita solar que Venus.

Es un planeta gigante y gaseoso, similar a Júpiter, y sus dos soles son más pequeños que el nuestro, un 69% y un 20% respectivamente.

Un visitante desde la superficie del planeta, vería justamente: un doble atardecer, un doble amanecer y en ciertas ocasiones un único sol, en los días en que uno de ellos se coloca por delante del otro.
Aunque se sospechaba que sistemas de estrellas dobles, podrían albergar planetas, esos cuerpos más pequeños nunca habían sido vistos. “Esta es la primera detección directa, despeja toda duda”, dijo el doctor Doyle.


 Sin duda Johannes Kepler estaría más que agradecido.
Tengo un deseo furibundo de partir a Europa y visitar su tumba, empresa más que imposible, no solo por la crisis consuetudinaria que vive el país y mi cartera, la imposibilidad se debe a que aparentemente su tumba fue destruida durante la guerra de los treinta años. No tener los restos físicos del genial astrónomo me provoca un doloroso malestar.

Sin embargo, existe una lapida en su honor que tiene grabado a manera de epitafio, un mensaje compuesto por el mismo que reza…




“Medí los cielos, y ahora las sombras mido. En el cielo brilló el espíritu. En la tierra descansa el cuerpo.”










septiembre 11, 2011

Recobrando el vuelo en el pálido punto azul





Solo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción.
Isaac Asimov




El 14 de febrero de 1990 la nave espacial Voyager 1 tomo una bellísima fotografía de este nuestro atormentado planeta, foto que se conoce mundialmente como “Un punto azul pálido” imagen que inspiró al entrañable Carl Sagan a escribir lo siguiente:

“Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos"

Y como buen ciudadano del mundo –como pretendo ser- estoy de acuerdo con Carl; No me queda duda que este “Pálido punto azul” es un portentoso recipiente de majestuosa belleza evidente en todos los puntos del planeta.

 Sin embargo no puedo evitar sentirme atrapado por un intenso amorío con mi patria chica, es decir esta zona geográfica donde circunstancialmente me toco nacer; soy mexicano y no solo porque mi pasaporte lo indica, mi mexicanidad la grita también el tono de mi piel, el color de mi pelo y de mis ojos, pero sobre todo ese extraño y acelerado palpitar de mi corazón, cuando recorro este vasto paisaje nacional tan intensamente biodiverso.

México, cuenta con ecosistemas que van desde las nevadas cumbres de las montañas, hasta tropicales selvas, lagunas costeras, ríos, manglares, bosques de coníferas y desiertos, que hospedan  gran cantidad de especies -por ahí de las 64, 878-.

Según la Declaración de Cancún de Países Megadiversos, acontecida en febrero de 2002.

Alrededor de doce países en el mundo albergan el 70% de la biodiversidad del planeta, y desde luego México es uno de ellos. 

La atracción que ejerce esta intensidad biológica es sumamente seductora y si además se le adereza con sucesos inesperados de alto contenido social e histórico, la visita se convierte en compromiso impostergable.

 Eso fue lo que me sucedió en 1994, cuando el deseo de conocer el sureño estado de Chiapas, se condimento con el levantamiento zapatista. Fue una verdadera lástima que actividades pueriles y la falta de dinero me anclaran en mi chilango terruño por varios meses. Pero una vez liberado de las obscenas amarras me lance a recorrer los 840 Km. que me separan de la capital Chiapaneca. 

Fue una experiencia intensa en todos los sentidos, quien haya tenido el privilegio de ser viajero por esas tierras lo entenderá bien. Chiapas es un estado que se cuece aparte, lleno de sitios interesantísimos y descomunalmente bellos; espectaculares zonas arqueológicas, cascadas, cañones, lagos, todo ello rodeado de una selva que te intimida a cada paso.




La intimidante selva Lacandona




 Además de deleitarme con sus paisajes conocí un poco más de cerca el levantamiento zapatista, movimiento que indiscutiblemente era la noticia en buena parte del planeta, resultaba interesante como un grupo de indígenas rebeldes le había declarado la guerra al estado mexicano, palpable  prueba de ello eran los constantes retenes militares, mismos que solo había visto en películas; trincheras sobre la carretera, tanques, tanquetas, helicópteros.
 Los “guachos” te bajaban de los vehículos y te revisaban con minuciosidad apabullante. Actos que contrastaban con los retenes zapatistas con los que me tope, indígenas con pasamontañas muy jóvenes incluso niños, detenían los autos usando para ello un delgado y añadido mecate, después de preguntarte qué rumbo llevabas, bajaban el precario obstáculo  y te daban la bienvenida a territorio zapatista, haciendo inevitable que surgiera simpatía por ellos. 





Territorio zapatista

Son bien hartos los lugares que me cautivaron, pero antes de sucumbir a relatar mis experiencias viajeras, puesto que no es la intención de esta entrada –aunque así lo pareciera- me concentraré en un sitio que me parece es visita obligada a quien pase por la capital chiapaneca.

En un lugar llamado “Cerro hueco” ubicado en la periferia de Tuxtla Gutiérrez,  en una extensión de 192 hectáreas se ubica un zoológico, muy representativo de la riqueza natural del estado, cuenta con andadores y puentes que hacen del recorrido un placentero transitar.

Independientemente que no comparto la necedad humana de coleccionar animales silvestres para regocijo de sus sociedades, debo admitir que el ZooMAT me causo una buena impresión.




Entrando al ZooMAT




El ZooMAT debe su nombre a Miguel Álvarez del Toro, un sui géneris  biólogo de formación autodidacta, que nació en la ciudad de Colima en 1917 y que siendo muy joven se traslado con su familia a la Cd. de México obligados por la inestable situación económica.

Lector ansioso, se topo con un manual de Taxidermia y algunos otros de historia natural, mismos que leyó fomentando así su pasión por la naturaleza. Desempleado y sin actividad fija, visitaba constantemente el Instituto de Biología de la UNAM, se dice que era frecuente hallárselo discutiendo apasionadamente sobre procesos taxonómicos o temas científicos con algún investigador del Instituto.

En una ocasión que estaba en el museo del Chopo, se encontró al entonces gobernador de Chiapas, quien llevaba algunas especies para disecar mientras intentaba convencer a algunos empleados, para que se hicieran cargo de un Museo de Historia Natural que pretendía establecer en su estado. Fue así como el joven Miguel Álvarez logro contratarse como técnico taxidermista, viajando a Chiapas en el año de 1942.

 A su llegada se puso a las órdenes del Profesor Eliseo Palacios, percatándose de inmediato que el museo era simplemente una quimera del gobernador, ya que no existía ni siquiera el predio que lo albergaría. Con enormes trabajos que partieron desde la misma recolección de varias especies, como chachalacas, venados, pumas y jaguares, al poco tiempo nació el museo; “Viveros Tropicales y Museo de Historia Natural”. Pero dos años más tarde moriría el Profesor Eliseo y el gobernador nombraría a del Toro director –obviamente con el mismo sueldo de técnico- a partir de ese momento la lucha por mantener el lugar sería verdaderamente estoica, con bajo presupuesto, prácticamente sin apoyo gubernamental.

 Fue director del Instituto de Historia Natural del estado durante 52 años, en los cuales se distinguió por su actividad científica como zoólogo autodidacta, recibiendo  alrededor de 30 premios nacionales e internacionales, autor de siete libros y coautor de otros. Miguel Álvarez del Toro no realizo estudios universitarios, le basto su formidable capacidad de observación y memoria privilegiada pero sobre todo una mente abierta, para construir una substancial obra, orgullo del estado y del país.

Por todo esto el ZooMAT lleva el nombre que lleva. Cuando lo visité en aquellos años, recuerdo que lo que más me impresiono -la verdad es que la impresión es una práctica cotidiana en esa región- fue que tenían un ejemplar de una águila arpía - harpya.-
También conocida como "taguató-ruvichá", "urutaú guazú" o "gavilán real".






 

Llega a medir un metro de altura, y con las alas extendidas hablaríamos de una envergadura mayor a los dos metros, sus garras poderosas y afiladas de siete centímetros –más grandes que las del oso grizzly-  son una eficaz herramienta de caza, se alimenta principalmente de presas vivas, coatíes, perezosos, reptiles comadrejas y monos, consiguen levantar tres veces su peso. Su plumaje es de color blanco y negro, tiene una cresta negra que termina en dos puntas y un pecho adornado con una banda de color negro, es el ave rapaz más grande de América y la segunda en el mundo.

Una muy bella, letal e impactante especie sin lugar a dudas, recuerdo que me instale frente a ella observándola por mucho tiempo, su mirada realmente hechizaba.

Hará un par de años que regrese a Chiapas, me encontré un estado con nuevas carreteras, muchos más turistas, similares retenes militares y con prácticamente la misma pobreza de hace siglos. En pocos lugares de México se respira el indigenismo como en San Cristóbal de las Casas, una de las más bellas ciudades de este país. Y obviamente visite  el ZooMAT, con tristeza note que había perdido parte del espíritu ecologista que yo recordaba, camine directamente a la zona de aves deseando encontrarme nuevamente con esa mirada que tanto me había impresionado y no había ya mas águila arpía, pregunte y me dijeron que había muerto hacía ya varios años, pero que si la quería ver la tenían disecada a la entrada del zoológico, después de mentarle la madre en mutis al informante continúe mi recorrido por las instalaciones con desinflado entusiasmo.

Desde hace mucho tiempo esta especie esta dentro de las denominadas en peligro de extinción según la Conanp, dependiente de la Secretaria de Medio Ambiente Recursos Naturales (SEMARNAT) el águila arpía ya no vuela por los bosques y selvas de Chiapas, el último avistamiento fue en 1997. Que si bien la información es parte de las responsabilidades de dicha Secretaria, la prioridad debería ser evitar las destrucciones de los hábitats, ya que la depredación de los recursos naturales es la causa principal de la extinción de las especies, muchas de ellas tan majestuosas como la arpía.





Ruth Muñiz, conservacionista española con un polluelo de águila arpía en el Ecuador



 Pocos años después de su muerte se realizaron diferentes negociaciones para traer una pareja nuevamente al ZooMAT, acciones bizarras que solo prolonga la agonía. 


Por eso es que la noticia de hace algunos días, me llenó de júbilo,  resulta que el indígena Silvano López Gómez miembro de la comunidad Frontera Corozal del municipio de Ocosingo, que ofrecen los servicios de turismo Bioarquelógico y promueven acciones de conservación y protección de la Selva Lacandona, diviso en la copa de un árbol en un paraje selvático a 200 metros del rio Usumacinta, un ejemplar adulto con su característico penacho de plumas en la cabeza y su porte majestuoso, aparentemente de entre dos y tres años de edad y de aproximadamente 90 cm. Silvano le tomo por lo menos tres fotografías. Sin duda este avistamiento no solo es una excelente noticia para la comunidad científica, lo es también para todo aquel que cumpla con la mínima certificación de conciencia.




Una de las fotos de Silvano




 Tras la noticia, el comisionado de Aéreas Naturales Protegidas, Luis Fueyo, exhorto al personal de la reserva natural a “redoblar esfuerzos” para conservar la selva alta de la región. Afirmación que traduzco como el clásico “Échenle ganas”. 

Uno esperaría declaraciones más sesudas, para un evento de estas proporciones, pero estos funcionarios la mera verdad no dan pá mas.

Una buena noticia para todos los que habitamos y cohabitamos este Pálido Punto Azul .